Antes de su salida y despúes de que la Virgen recibiera un especial homenaje de cantos y bailes religiosos el cardenal Ricardo Ezzati dirigiéndose a los fieles expresó: “Nos reunimos en este último domingo de septiembre, a orar por la Patria, a dar testimonio de nuestra fe en medio de la ciudad. Caminaremos por las calles del centro de Santiago orando por nuestro Chile y cada uno de sus habitantes, poniendo bajo la protección de la Virgen del Carmen esta ciudad y a cada uno de los que en ella viven. Imploremos a ella, madre de nuestra Iglesia, que nos conceda a todos nosotros corazones como los de su Hijo, corazones abiertos al perdón, que piden perdón: Santa Madre Reina de Chile, de esta Patria nuestra, Virgen del Carmen, Madre y Reina del pueblo de Chile, Madre de la Iglesia, te queremos pedir que nos acompañes en nuestro caminar y en nuestra vida. Danos un corazón misericordioso, para que nos encontremos con el hermano que sufre, descubramos el rostro tierno de tu Hijo. Madre, enséñanos a estar de pie junto a la cruz de nuestros hermanos que han sido abusados. Santa Madre, te ofrecemos el camino de esta tarde, para que sean muchos los que anuncien y conozcan a tu Hijo, el Señor Jesucristo, para que nuestras familias sean lugares de encuentro y de paz. Madre, intercede ante tu Hijo para que en nuestra Patria reine amor, justicia y paz”. A las 15:30 horas y con representantes de distintas organizaciones nacionales, colegios, universidades, centros de adulto mayor y al compás de bandas que homenajeaban a la Reina de Chile se inició la procesión. Luego comenzó el recorrido desde Plaza de Armas por las calles Catedral, Amunátegui y Alameda Bernardo O´Higgins, culminando con la Liturgia de la Palabra y bendición final en la Plaza de la Ciudadanía. A los pies de la bandera que se ubica frente al Palacio de La Moneda, el Obispo Auxiliar de Santiago, monseñor Cristián Roncagliolo, entregó un mensaje en el que resaltó que esta peregrinación recuerda “que somos un pueblo en camino, que vamos aprendiendo, que con María caminamos juntos en las luces y en las sombras, que María está con nosotros”, así como estuvo ante la cruz de Jesucristo, esperó su resurrección y acompaño a la Iglesia naciente.