Maravillosa procesión en honor a la Virgen del Carmen reina de Chile.

Desde las 15 horas comenzaron a llenar la Plaza de Armas de Santiago miles de files que esperaban la salida de la reina de Chile desde la nave central de la Catedral Metropolitana. 

Familias, comunidades escolares y parroquiales, movimientos católicos, miembros de las Fuerzas Armadas y Carabineros fundaciones entre otros esperaban con cantos y oraciones la salida de la imagen de la Virgen quien salió en su tradicional carro hermosamente adornado por alegres flores preparadas especialmente por las camareras de la Cofradía Nacional del Carmen. 

La ceremonia se inició con el baile folclórico del grupo Gil Letelier que le rindió un hermoso homenaje a la chinita del Carmen. 

Con el coro de los jóvenes de San  Gaspar se dió inicio al recorrido de la procesión que fue acompañada por una gran delegación compuesta por las Fuerzas Armadas, la banda de la Guarnición,  el clero de Santiago, las camareras de la Cofradía Nacional del Carmen, las andas del Angel de Chile, Laurita Vicuña, Santa Teresa de los Andes, Sagrada Familia y la camioneta verde del padre Hurtado. Juntos a ellos estuvieron también  grupos de comunidades como Rosario en Familia,  Radio María, Misión País, Incami, Esclavitud Mariana, USEC,  Fundación Domingo Matte Mesías, miembros de la Cruz Roja , el voluntariado de Caritas Chile y la banda de la escuela premilitar. El recorrido, tras la salida de Plaza de Armas, si dirigió por por calle Catedral, hasta San Martin donde la comunidad de la parroquia Santa Ana lo esperó con campanas y cantos de alegría. Luego el anda de la Virgen del Carmen seguió por Compañía para volver hasta la Plaza de Armas, donde culminó con una bendición final y una misa que presidió el nuevo Arzobispo de Santiago, monseñor Fernando Chomalí. 

En su homilia Chomalí comparó la situación actual de Chile con la boda de Caná: “Hoy en Chile pasa lo mismo que en la boda sin vino. El mundo parece estar lleno de violencia, corrupción, miedo, indiferencia y pobreza. Es una boda sin alegría, sin prosperidad. Pero como María, no podemos resignarnos, mirar desde el balcón o quedarnos en la teoría. Debemos acudir a Jesús y hacer lo que Él nos dice. Solo Él puede transformar nuestra realidad, llenar las tinajas de desesperanza y convertirlas en esperanza, paz y fraternidad.”

Monseñor también hizo un llamado a no excluir a Dios de los proyectos sociales, afirmando que “Todo proyecto que excluye a Dios está destinado al fracaso. La solución no está en más teorías o en abandonar el barco, sino en seguir el ejemplo de María. Llenemos nuestras vidas y nuestras sociedades con lo que tenemos, aunque sean tristezas, violencias o egoísmos, y confiemos en que solo Cristo puede transformarlas en paz, diálogo y solidaridad. Hoy más que nunca, necesitamos hacer lo que Él nos diga.

.”