Sí esto, no está claro o no me abro a este paso del Señor, por la Historia de fe, en mi vida personal y de cara a la comunidad que espera el testimonio de fe. Es bueno tomarse un tiempo y meditar el paso que se está dispuesta a dar, para crecer como hija de Dios, como cristiana, como persona y servir a los demás.
Al ingresar como camareras, se comprometen a reflejar como María del Carmen, los rasgos de Cristo Jesús. Este compromiso nos exige tomar en serio la renovación de nuestro propio Bautismo y así como por este sacramento estamos llamados a ser hombres nuevos, otros Cristo, con la s. vg. María la mujer nueva, la nueva Eva, están llamadas a reflejar como ella, y difundir el “suave olor de Cristo”.
Ustedes serán otras Carmen, otras María, que por el mundo irán difundiendo como Ella ese suave olor de Cristo, camino de servicio y entrega, solidaridad y acogida maternal, difundiendo ese ambiente sobrenatural, que siempre estará más allá de los criterios del mundo, porque serán acompañadas por aquella que es el Trono de la Sabiduría, las guiará aquella Sabiduría que es Cristo mismo, el Hijo de Dios y de María, por el cual ustedes vivirán una vocación compartida, de ser hijas de Dios y de María porque ellos, cada cual en su rol (Dios como Padre creador y dador de Gracia; y María como madre del Verbo, madre de la Fe), también nos han engendrado a nosotros en la vida divina, para que vivamos con los criterios de la sabiduría de Dios.
Si bien el ser camarera, según nos narra la historia nace para el cuidado externo y alhajamiento de la imagen de Nuestra Señora Del Carmen, no hay que perder de vista, que esto tiene su sentido solamente cuando descubrimos que nosotros somos esas joyas, ya que esa superficie, ese exterior, que adorna a nuestra Madre no quiere representar el triunfalismo humano, sino la interioridad de una Mujer que quiso ser siempre la Esclava del Señor… su servidora, por lo que la belleza de los adornos, para hacerle justicia sólo puede representar la belleza de nuestros esfuerzos por ser mejores hijos e hijas, esforzándonos por dar vida a ese escapulario, que llevaremos dignamente, que es presencia de Nuestra Señora del Carmen.
Esto es lo que nosotros haremos vida, a través de nuestra entrega generosa a tantos hijos e hijas de María, que esperan que les mostremos el rostro amoroso de Cristo, y con nuestro testimonio mostremos que hacemos lo que Él nos dice….
Nuestras herramientas serán las de María: la Oración, la Palabra de Dios, la Eucaristía, el rezo del Santo Rosario, la meditación, tener los ojos fijos en la Madre, que es tener los ojos fijos en Jesús, que son esos ojos misericordiosos.
Porque nosotros como María y el decir del Apóstol Pablo, somos su Carta escrita para los demás y como Nuestra Señora del Carmen, somos la gloria y la Corona de Cristo, como lo fue María, primer sagrario, primera discípula, oyente, misionera, Madre de la humanidad por la adopción de Dios en Cristo y su sacrificio. Iremos así por las calles de nuestra ciudad consagrándolas con nuestro caminar y testimonio, porque serán el caminar y el testimonio de Cristo y de María, que visitan y ayudan a los demás. Consagrando nuestros hogares, familias, amistades, trabajos, aunque sea en el silencio, como lo hizo María.
Que todos puedan decir después de nuestro pasar por la vida, que por aquí pasó una cristiana camarera, una carmelita camarera, esa es nuestra tarea, y no solo el llevar con orgullo nuestro escapulario, no dependiendo que nos vean con el, para que reconozcan que son Camareras, que realizando buenas obras como Cristo y María para que los hombres viendo nuestras buenas obras, alaben y den gloria al Padre que está en los cielos.