Cerca de las diez de la mañana del martes 5 de marzo, el Cardenal Ricardo Ezzati arribó a Chile para celebrar con la Iglesia de Santiago su creación cardenalicia. A las 19:30 horas, el Arzobispo llegó a la Iglesia Catedral, donde fue recibido con un pié de cueca interpretado por el grupo “Los Grillitos”, y por algunos fieles que quisieron esperarlo. Luego lo saludó el Cabildo de la Iglesia de Santiago, para dar paso a la oración frente a la Virgen del Carmen en la parroquia El Sagrario.
Mientras el Cardenal Ezzati avanzaba por la nave central del templo, asperjaba con agua bendita a los miles de asistentes que desde temprano llegaron para celebrar con él. Una vez en el altar, recibió el saludo de un cantor a Lo Divino, quien además interpretó una canción. Después de orar unos minutos frente a Jesús Sacramentado, el Arzobispo de Santiago se revistió para presidir la misa, que fue concelebrada por el Cardenal Francisco Javier Errázuriz; por el Cardenal Jorge Medina; por monseñor Ivo Scapolo, Nuncio Apostólico en Chile; monseñor Alejandro Goic, obispo de Rancagua; monseñor Juan Ignacio González, obispo de San Bernardo; monseñor Manuel Camilo Vial, obispo emérito de Temuco; monseñor Juan Luis Ysern, obispo emérito de Ancúd; y los obispos auxiliares de Santiago, monseñor Cristián Contreras Villarroel, y monseñor Pedro Ossandón; además de los vicarios episcopales, sacerdotes y diáconos de la arquidiócesis.
El altar de la Iglesia Catedral estaba engalanado con la imagen de la Virgen del Carmen peregrina, que ha recorrido todo Chile, y que ahora está en una parroquia de Talcahuano, además de la Cruz Misionera.
Al comienzo de la eucaristía, monseñor Cristián Contreras Villarroel, obispo auxiliar de Santiago, dirigió unas palabras al Cardenal Ezzati: “Queridos cardenales, Señor Nuncio, querido don Ricardo, hemos vuelto de Roma confirmados en la fe, hemos sido testigos de una Iglesia viva en Roma. Queremos en esta fiesta, que usted preside, que experimente esa misma fuerza que hemos experimentado con el sucesor de Pedro en Roma, con sus hermanos cardenales, obispos, sacerdotes, religiosas y laicos que quisieron acompañarlo”, dijo el obispo auxiliar, y agregó: “Ofrezco esta misa por todos, queremos llegar a las periferias geográficas y existenciales. Todos tenemos dimensiones de la vida que deben ser ungidas por Cristo. Bienvenido a su Iglesia”.
Durante su homilía, el Cardenal Ezzati agradeció a los fieles de la Arquidiócesis: “Quiero en primer lugar saludarlos con mucho afecto, con la alegría de volver a casa, a esta Iglesia de Santiago que el Señor ha confiado misericordiosamente al cuidado de este hermano. Quisiera expresarles el agradecimiento más profundo de mi corazón porque en esta tarde han querido unirse a mí en la oración”, dijo, y agregó: “En esta tarde, junto a los miembros de la Iglesia Católica hay hermanos y hermanas que viven en Cristo, y que anhelan como nosotros la bendición de la unidad. Nos acompañan también autoridades civiles y militares, y tantos que trabajan en las comunidades”.
Luego se refirió a la reunión con el Santo Padre y a su trabajo en la Congregación para la Educación Católica: “Con miembros de la Conferencia Episcopal hemos visitado al Papa y le hemos hablado de nuestros gozos y esperanzas, pero también de nuestros dolores. También participé en la reunión de la Congregación para la Educación Católica, donde me enteré que más de 76 millones de jóvenes reciben educación en colegios y universidades católicas”.
Finalmente el Arzobispo de Santiago, habló de su creación cardenalicia: “Vuelvo revestido de un nuevo título, pero que nos es honorífico, sino más bien de servicio, de confirmar que confío toda mi vida al Señor. Quiero ser siervo de Cristo Jesús. Desde mi ordenación me ha llamado atención como San Pablo se dirige a los romanos. Quiero que ese modo sea el carnet de identidad de mi propia vida, quiero seguir siendo siervo de Cristo muerto en la cruz para resucitar, enviado por el Padre para evangelizar”.
En el momento de la ofrenda, dos consagradas presentaron al Cardenal Ezzati un cuadro con el escudo episcopal que será instalado en la Iglesia Catedral. Luego unos sacerdotes le entregaron un pectoral con la Cruz de Chile misionera, hecho por artesanos de nuestro país. Una familia llevó hasta el altar el pan y vino, representando el compromiso de los fieles de la Iglesia de Santiago.
Al final de la misa, el Arzobispo de Santiago saludó a los representantes de otras religiones cristianas, y a las autoridades civiles y militares presentes. Mientras salía en procesión por la nave central del templo, los asistentes lo saludaban y aplaudían.
Fuente: Comunicaciones Iglesia de Santiago
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